El avance del coche autónomo es imparable. En un futuro no demasiado lejano, nos preguntaremos cómo éramos capaces de vivir en un mundo en el que éramos nosotros los que pilotábamos los vehículos.
La revolución en el transporte va a liberar nuestras manos, ojos y pies sobre la conducción. Va a ser espectacular. Sin embargo, esto no es nada comparado con la verdadera revolución que hay detrás: los datos.
El coche digital
Recientemente Intel ha comprado Mobileye por 14.300 millones de euros. Mobileye una compañía tecnológica israelí dedicada al estudio de la inteligencia artificial y a desarrollar soffware para vehículos autónomos. Se trata de la mayor operación financiera en la historia de Israel por parte de una compañía extranjera para adquirir una de sus empresas punteras.
Como destaca esta compra, y lo que muchos todavía tienen que entender, es que la verdadera transformación no es el coche, sino la tecnología digital subyacente. El coche se va a convertir en una suma enorme de tecnologías y servicios digitales como ningún otro entorno que conocemos.
Datos a nivel de terabytes
Los sensores y otros sistemas necesarios en los coches digitales, tales como el GPS, nos llevan a estimar que cada vehículo autónomo generará y consumirá aproximadamente 4 terabytes de datos por cada ocho horas de conducción. Para poneros en referencia, 4 terabytes son la cantidad de datos que se necesitan para almacenar más de 1,2 millones de fotos, es decir, una cantidad bestial de datos.
Además, a 100 o 140 km/h que podría circular un coche autónomo, la latencia de un segundo que podríamos encontrar aceptable en nuestra aplicación favorita de móvil no es ni mucho menos suficiente, pues podría significar la diferencia entre poder o no detectar un objeto para evitar un accidente. El coche autónomo necesita la capacidad de responder casi en tiempo real. Esto requiere de cantidades masivas de potencia informática disponible en las proximidades de cada coche.
Super-ordenadores a bordo
El coche –el coche digital– se está convirtiendo en un supercomputador a ruedas.
Hoy en día, el coche promedio tiene entre 25 y 50 unidades centrales de procesamiento (CPUs). Y eso sin contar ningún tipo de conducción autónoma, control de advertencias de colisión de puntos ciegos y peatones, frenado automatizado o sistemas de mantenimiento de distancia segura a través de un control inteligente de crucero.
Muchas de las CPUs están conectadas en red, comunicándose entre sí a través de una red a bordo. El coche ya es también un sistema de red informática complejo.
Una red mundial de millones de coches autónomos
Se estima que para el año 2035 podría haber unos 21 millones de coches autónomos. La cantidad de datos que se van a generar con tal cantidad de vehículos es casi inimaginable. Carecemos de los medios, de las infraestructuras y los sistemas que manejen una cantidad tan inconmensurable de datos ahora mismo.
Por lo tanto, se va a generar un negocio y unas necesidades tecnológicas alrededor de los datos de estos coches totalmente espectacular.
Incluso con avances como redes 5G para transmitir datos de cada coche a la nube, es difícil comprender cómo se podrá analizar tanta información a la velocidad necesaria, al menos con las tecnologías actuales y próximas en el horizonte tecnológico.
La verdadera revolución. El coche va a ser la nube – Edge Computing
Sumemos al coche autónomo los aviones, barcos, trenes… y en realidad cualquier objeto que se va a transformar en inteligente próximamente, como turbinas eólicas o casas inteligentes.
Se puede visualizar la enorme cantidad de información que tendrá que ser procesada en tiempo real. No tenemos infraestructura para ello.
Para poder usar esta enorme cantidad de datos, muchas empresas están moviendo su computación a la nube, pero irónicamente, el futuro estará cada vez más en el “borde”, en el “edge”. Hablamos del Edge Computing.
El objetivo con el Edge Computing es actuar sobre los datos rápidamente, sin la latencia derivada dela transmisión a través de una red de datos cloud.
En otras palabras. En vez de mandar los datos por Internet para que se procesen en algún lugar remoto, procesarlos y traerlos de vuelta (como se hace actualmente), necesitamos que los datos se procesen cerca de su lugar de uso. El coche tiene que ser capaz de procesar sus propios datos.
El coche autónomo va a ser una revolución social y económica, pero como vemos, a veces las revoluciones toman otros caminos inesperados.
Vía: Medium
2 comentarios en “La verdadera revolución del coche autónomo no está en la conducción”