Cierra la central nuclear más antigua de España. ¿Cuáles son las expectativas respecto a esta energía?

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La noticia se conocía el pasado 1 de Agosto: el Gobierno decide cerrar definitivamente la central nuclear de Santa María de Garoña tras 46 años de existencia. Más allá de los motivos particulares que han llevado a su cierre, éste ha supuesto la reactivación del debate sobre la energía nuclear en España. Garoña sigue los pasos de José Cabrera y Vandellós I, dejando en nuestro país 7 centrales nucleares. ¿Qué futuro les depara a ellas y a esta fuente de energía?

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Fuente: diario El Mundo

En un escenario libre de problemas de abastecimiento y sostenibilidad energética, el futuro de la energía nuclear debería ser el cese de su actividad. La correcta gestión de sus residuos sigue siendo una tarea pendiente, especialmente cuando se habla de residuos de alta actividad, cuyos periodos de vida media oscilan entre 30 y más de 100.000 años.

Por otro lado, la seguridad de las centrales nucleares sigue siendo un tema controvertido. Más allá del accidente ocurrido en Chernobyl en 1986, el caso más reciente de Fukushima demuestra que una mala elección del emplazamiento puede hacer inútil cualquier medida de seguridad. Sólo estos dos inconvenientes son suficientes para intentar construir un futuro libre de la energía nuclear tal y como la conocemos.

La central nuclear de Santa María de Garoña, es la más antigua de España, con 46 años de existencia.

CAMBIO CLIMÁTICO

Sin embargo, el escenario planteado arriba dista mucho de ser el real. En la edición 2017 del BP Energy Outlook, se estima que la demanda de energía crecerá un 30% hasta 2035, debido tanto al aumento de la población como a su calidad de vida. Durante este periodo se espera que 2.700 millones de personas accedan a la electricidad.

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Consumo de energía por región en el periodo 1965-2035 (Fuente: BP Energy Outlook, 2017 Edition)

Este aumento de la demanda debe ser satisfecho con fuentes de energía sostenibles que a su vez mitiguen los efectos que ya sufrimos del cambio climático. En este sentido, el peso que el petróleo y el carbón tienen en el mix energético actual debe perder relevancia, sobre todo en favor de las energías renovables. Los ambiciosos objetivos acordados en la Conferencia sobre el Clima de París, establecieron un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Y es precisamente en este acuerdo donde la energía nuclear tiene aún algo que decir.

ACUERDOS DE PARÍS

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El principal objetivo acordado en la Conferencia sobre el Clima de París es claro: mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC sobre los niveles preindustriales. Para ello, cada país está presentando su plan general de acción contra el cambio climático (CPDN).

En el caso de España (englobado dentro del de la Unión Europea), el compromiso es que las emisiones de gases de efecto invernadero sean en 2030 un 40% más bajas que en 1990. Para ello, se prevén actuaciones sobre todos los sectores (energía, industria, agricultura…). Estos planes nacionales, antes de ser aplicados, ya se sabe que son insuficientes para cumplir con el objetivo principal arriba mencionado. La Agencia Internacional de la Energía estima que, si las políticas alcanzadas en el acuerdo de París son aplicadas por todos los países, el aumento de temperatura media mundial en 2100 será de aproximadamente 2,7 ºC.

Principal objetivo en la Conferencia sobre el Clima de París: mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC sobre los niveles preindustriales.

En este escenario de creciente demanda de energía y necesidad inmediata de cumplir los objetivos sobre cambio climático, la contribución de la energía nuclear debe ser tenida en cuenta. Por un lado, como fuente de energía que no emite gases de efecto invernadero (exceptuando las etapas de construcción y transporte). Por otro lado, como fuente de energía que produce de forma continua, lo cual representa (a día de hoy) una ventaja competitiva sobre las fuentes renovables. Especial relevancia adquiere si se tiene en cuenta la inminente entrada en el mercado del coche 100% eléctrico, ya que su contribución a la lucha contra el cambio climático se ve mermada si la fuente de electricidad emite gases contaminantes. Si bien es cierto que el peso que la nuclear tiene en el mix energético es relativamente bajo (5%), en ningún caso se plantea su desaparición a corto plazo (ver gráfico).

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Fuente: BP Energy Outlook, 2017 Edition

 

¿QUÉ OCURRIRÁ A LARGO PLAZO?

No cabe duda que el principal problema medioambiental al que se enfrenta la humanidad es el calentamiento global, y por ello sobre el que hay que actuar lo antes posible. Para ello, se están llevando a cabo diferentes acciones en todos los frentes posibles: desde el desarrollo de nuevas tecnologías hasta la mejora de las existentes, pasando por la mejora de la eficiencia de los procesos en los cuales intervienen combustibles fósiles. En este escenario de transitoriedad energética, todos los actores juegan un papel importante para que ésta se lleve a cabo asegurando el suministro a cada vez más personas.

Por lo tanto, la energía nuclear está llamada a seguir participando en esta transición, especialmente como tecnología limpia desde el punto de vista de emisiones contaminantes. Además, se deben seguir realizando esfuerzos para minimizar su impacto ambiental, sobre todo lo que concierne a la gestión de sus residuos. A medio/largo plazo, una vez completada la transición hacia una producción de energía sostenible y respetuosa con el medio ambiente, la única salida que le quedará a esta fuente de energía es su desaparición.

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joseantonio José Antonio Díaz

 

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