El envejecimiento, ha sido y es, uno de los focos más importantes de investigación científica, sin embargo, tras años de trabajo todavía no se ha logrado encontrar el elixir de la juventud. Al menos, por ahora, parece estar más clara la principal hipótesis que explicaría este proceso tan común como la vida misma.

¿Por qué estamos condenados a envejecer?

Nuestra información genética se almacena en forma de DNA, una estructura con forma de hélice que todos hemos visto representada en alguna ocasión. Sin embargo, la cantidad de genes que poseemos, es tan alta, unos 20.000 genes, que nuestras células no podrían almacenarlos todos con este formato. La manera que estas poseen, para contener toda la información genética de forma condensada, son los cromosomas. La especie humana posee 46 cromosomas, agrupados en 23 parejas, una de ellas es la famosa pareja de cromosomas sexuales: XX en el caso de mujeres, y XY en el caso de los hombres.

Los cromosomas, además de contener todos nuestros genes condensados, poseen unas partes, localizadas en sus 4 extremos denominadas telómeros. Estas regiones no guardan ningún tipo de información genética y solo están destinadas a proporcionar estabilidad a los cromosomas en el momento de la división celular.

El problema y el motivo más aceptado del envejecimiento viene con la multiplicación celular. La multiplicación celular permite el crecimiento del organismo humano en edades tempranas y la renovación de células viejas o dañadas en etapas más avanzadas de la vida.

Los cromosomas deben duplicarse cada vez que una célula se divide en dos, para que ambas células hijas posean toda la información genética. La principal teoría del envejecimiento argumenta que, con cada división celular los telómeros de los cromosomas se van acortando progresivamente. Esto es debido a que la maquinaria celular encargada de copiar todo la información genética no trabaja adecuadamente en las regiones de los extremos. Es decir, se deja una parte de este telómero sin copiar, hasta que llega un momento en el que estas regiones se pierden totalmente. Como al cromosoma le falta la parte encargada de la estabilidad la maquinaria de copiar acaba no funcionando adecuadamente. ¿El resultado? Deja de producirse la renovación celular, las células envejecen, y acaban muriendo.

Pero para alegría de todos, o al menos, de muchos, se ha podido caracterizar una enzima que evitaría, de alguna manera, este proceso de degradación de los telómeros. Una enzima, por muy extraño que resulte el nombre, no es más que una proteína que se encarga de facilitar o acelerar una reacción en concreto. La telomerasa es la enzima que se encarga de proteger a los telómeros, generando como una especie de armadura que los protege de la degradación. Esta enzima, está presente en algunos momentos de la vida, como en el desarrollo embrionario o en algunas células como las células madres.

Sin embargo, se ha encontrado también en las células cancerígenas. Una célula tumoral, es una célula con capacidad ilimitada para multiplicarse y proliferar descontroladamente, generando lo que todos conocemos como tumor. La telomerasa juega un papel clave en este tipo celular ya que permite que los telómeros de sus cromosomas no se degraden y por tanto no paren nunca de dividirse.

¿Alguna buena noticia? ¡Sí! Conocer que la telomerasa tiene un papel clave en los tumores puede convertirla en una diana terapéutica. Sin embargo, el estudio de la estrategia de atacar a la telomerasa de las células cancerígenas, ha permitido comprobar que era poco eficiente. Se requería un periodo de tiempo bastante largo para acabar con estas células malignas, el tiempo necesario para que los telómeros se fueran acortando y acabaran desapareciendo.

¿Otra estrategia para reducir y acabar con estos tumores?

Atacar directamente a los telómeros de las células tumorales. Los telómeros, que como ya hemos explicado, se localizan en los extremos de los cromosomas, están formados por una serie de secuencias idénticas de DNA repetidas multitud de veces. El armazón que les proporciona la telomerasa está compuesto por unas proteínas denominadas shelterinas. El objetivo de esta segunda aproximación es destruir el escudo protector eliminando a las shelterinas con la utilización de diferentes fármacos. ¿El resultado de estos estudios experimentales en ratones? Una muerte celular tumoral casi instantánea.

¿Y respecto al envejecimiento?

Se trataría, precisamente, de hacer lo contrario que en las células tumorales, es decir, promover la protección de los telómeros. ¿Cuál ha sido la principal estrategia que se ha estudiado por el momento? La terapia génica, este tipo de terapia consiste en utilizar una secuencia de DNA como herramienta terapéutica. En este caso en concreto, utilizar el gen de la telomerasa e introducirlo en células de ratón utilizando el ya famoso sistema CRISPR-CAS9. Este sistema permite editar, eliminar o incluso añadir genes en lugares concretos de nuestro genoma. ¿El resultado? Ratones en los que se consiguió retrasar el envejecimiento.

Aunque esta estrategia ha resultado efectiva, todavía está lejos de ser aplicada para evitar el envejecimiento en la especie humana, algo que para muchos no es posible, no es ético o resulta una locura. Sin embargo, por el momento, se ha intentado poner en marcha en enfermedades asociadas al envejecimiento como en la fibrosis pulmonar o en el infarto de miocardio, en las cuales, los resultados en ratones, a día de hoy, están siendo satisfactorios.

¿Por el momento? Solo queda esperar…