Ya no hay vuelta atrás, el coche autónomo está aquí y ha llegado para quedarse. En pocos años tendremos automóviles con capacidad autónoma cercanas a la total. La regulación y las leyes ya se están adaptando, los fabricantes de automóviles están desarrollando, sin excepción, vehículos autónomos. Empresas tecnológicas como Google y Apple están poniendo su conocimiento en el sector del automóvil. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y qué nos espera en unos años?
Un largo camino tecnológico que al fin llega a nuestros coches
Desde hace mucho tiempo, la ciencia ficción se ha encargado de recrearnos nuevas formas de transporte en nuestra mente. Naves espaciales, coches voladores… y por supuesto, coches autónomos.
Los coches autónomos han sido una de las recreaciones favoritas de las superproducciones de Hollywood. “Kitt, el coche fantástico”, el “Batmóvil” o el amigable “Herbie” han ido presentando a la sociedad lo que sería estar en un coche que en realidad se conduce por sí solo y con el que, además, puedes conversar como si de un amigo más se tratase. Finalmente, la innovación tecnológica ha permitido que, a día de hoy, ya existan coches con los que es posible comunicarse vía voz y que, además, conducen de forma autónoma.
A lo largo de los últimos años hemos visto cómo la tecnología se ha ido introduciendo poco a poco en nuestro coche. Asistencias de frenado, cámaras que nos ayudan a aparcar (e incluso vehículos que aparcan solos) fueron algunas introducciones tempranas a la conducción autónoma. Todos esos desarrollos han ido orientados a llegar al punto actual.
El cerebro del coche autónomo depende básicamente de un conjunto de cámaras y radares distribuidos en puntos estratégicos del vehículo que le permiten recibir y analizar la información del entorno que lo rodea. Los desarrollos más recientes han permitido que este concepto sea factible y, sobretodo, confiable y económico.
Los fabricantes se han encargado de desarrollar miles de algoritmos con los que el vehículo puede tomar la decisión correcta en cada posible caso en carretera. En resumen, han desarrollado vehículos dotados de diferentes tecnologías, muchas relacionadas con la Inteligencia Artificial, con las que pueden analizar la situación en la que se encuentra el automóvil en la carretera en todo momento. De este modo, el coche autónomo (y conectado) es capaz de diferenciar si un semáforo está en rojo, si se está acercando a un paso de peatones o si en realidad se trata de un stop, por poner un ejemplo.
“Kitt, te necesito”
Pero eso no es todo. Con la IA y los sistemas de reconocimiento de voz actuales podemos ir un paso más allá, dando lugar a coches conectados, con los que verdaderamente podemos interactuar del mismo modo que lo hacemos con nuestro teléfono móvil cuando hablamos con Siri o con Google Assistant. La evolución del coche autónomo va unida a la del coche conectado e inteligente.
A nuestro coche autónomo del futuro le diremos por voz a dónde queremos que nos lleve, pero al mismo tiempo, al quitarnos la carga de ser responsables de la conducción, estaremos ociosos en el habitáculo, pudiendo trabajar, hablar por teléfono o ver una película. Nuestro coche será nuestro compañero fiel, con el que podremos interactuar más allá de la propia conducción. El coche autónomo de dentro de unos años revolucionará la forma en que concebimos el transporte.
Coche autónomo para todos
En la carrera hacía la automatización de la conducción, Tesla ha conseguido convertirse en uno de los referentes a todos los niveles. Ya sea por la perspicacia de Elon Musk o por el deseo de convertir las películas en realidad, la compañía ya tiene en el mercado vehículos capaces de detectar accidentes con antelación, demostrando hasta qué punto ha avanzado la tecnología.
Las aspiraciones del magnate no dejan lugar a dudas, “estamos a sólo dos años de poder dormir una siesta en un coche autónomo”, asegura Musk.
Pero no es ni mucho menos el único fabricante que está apostando por este tipo de vehículos. Nissan, Ford, Audi, BMW, Porsche… Todos están investigando las posibilidades de los coches autónomos y están presentado sus primeros conceptos en ferias y exposiciones. Sin embargo, y por muy sorprendente que parezca, Bosch es la que más patentes ha registrado en este sentido. El gigante alemán ha desarrollado múltiples tecnologías que permiten el desarrollo de los coches autónomos, como por ejemplo, las cámaras que sustituyen a los retrovisores. Y es que el negocio de los coches autónomos no se queda en los fabricantes de vehículos. Existen muchas oportunidades para la industria que los más grandes no están dispuestos a dejar pasar. Por eso, compañías tecnológicas como Google, Apple, Uber o Baidu están apostando ingentes cantidades de dinero en esta carrera. Estás compañías están aplicando su experiencia en reconocimiento de imágenes, Deep Learning y análisis de datos heterogéneos, para desarrollar la inteligencia del coche autónomo. Además, el hecho de que el coche se convertirá en un nuevo centro de ocio y trabajo, es un aliciente enorme para estas empresas.
La regulación abre sus puertas
Otra prueba de que los coches autónomos están cada vez más cerca, es la regulación que muchas ciudades están implementando con el objetivo de favorecer la realización de pruebas en circunstancias reales.
Estados Unidos aprobó el pasado mes de octubre la primera ley que regulaba la circulación de coches autónomos. Una ley que servirá de referencia para el resto de países, incluido España. Además, es importante destacar que la regulación no sólo atañe a los turismos, ya que los camiones autónomos también están ganando protagonismo en la automoción autónoma.
Sin embargo, es cierto que el estado actual de la regulación, junto con el de la seguridad física y la ciberseguridad, son los temas que más controversia están generando, ya que hasta el momento es difícil predecir los errores que este tipo de sistemas puedan tener y, por supuesto, cuán hackeables pueden llegar a ser.
Hace tan solo unos días, un Tesla Model S se estrelló contra un camión de bomberos en la carretera Interestatal 405 de los EEUU, a una velocidad de 100 km/h. El conductor del Tesla, que salió ileso del accidente, ha asegurado que, en el momento del accidente, el piloto automático del coche estaba activado. Esta afirmación aún no ha podido confirmarse, pero de ser cierta, sembraría una nueva duda sobre los vehículos autónomos. Aunque el sistema Autopilot de Tesla actual no es definitivo (exige que el conductor esté pendiente de la carretera en todo momento y preparado para tomar el control si es necesario), sí que supondría una bajada de confianza ante el sistema.
La automatización es imparable, también en la carretera
En resumen, los avances tecnológicos están facilitando el desarrollo de este vehículo y, aunque no cabe duda de que quedan muchos pasos que dar para conseguir la automatización perfecta, estamos en un punto de no retorno.
Las compañías ya han decidido en qué línea quieren continuar y solo será cuestión de tiempo que esta tecnología venga implementada en todos los modelos, facilitando el transporte y reduciendo los errores humanos al volante.
Según el estándar SAE J 3016, existen cinco niveles de conducción autónoma (de 0, ninguna automatización a 5, vehículo completamente autónomo). Tesla Model S con sistema AutoPilot 2.0 sería un nivel 3, mientras que del nivel 4 sólo hay algunos prototipos.
Tal y como afirma Ángeles Miguel, Responsable jurídica de RACE, “las situaciones imprevistas se van a reducir muchísimo. El ojo humano hay cosas que no puede ver, como por ejemplo un niño que está cruzando entre dos coches”.
Eso sí, debemos de ser conscientes de que aún quedan muchos pasos que dar. Seguridad y regulación quizá son los más importantes, pero no debemos obviar el proceso de adaptación por el que todos los conductores tendrán que pasar.
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