En los últimos años venimos asistiendo a debates más o menos intensos sobre la utilidad o no de las vacunas, a posiciones encontradas sobre si son o no la causa de determinados trastornos, o sobre si continúan siendo herramientas necesarias en nuestra “moderna” sociedad actual.
Es cierto que vivimos en sociedades más o menos avanzadas y hemos conseguido logros increíbles en las últimas décadas; sin embargo, las enfermedades infecciosas humanas siguen estando ahí ya que los agentes que las causan, las bacterias y los virus, no han desaparecido, comparten nuestro espacio y nuestro tiempo. Sólo se consideran erradicadas la viruela (desde el año 1977) como enfermedad infecciosa para los humanos y la peste bovina (desde el año 2011) que afectaba al ganado vacuno y a otros animales silvestres.
Quizás sea porque el éxito de la vacunación a lo largo de la historia de la humanidad ha sido tan abrumador desde el punto de vista de la salud pública mundial que hemos olvidado para qué nos vacunamos, nos hemos olvidado de las enfermedades infecciosas que eran comunes hace años porque ya no se habla de ellas y por lo tanto, de algo que no se habla, parece que no existe.
Del 24 al 30 de abril se ha celebrado la Semana de la Inmunización. Con este artículos terminamos una campaña de concienciación que hemos realizado en Puentes Digitales junto a los artículos:
La inmunidad de grupo
Esa pérdida colectiva de memoria con respecto a las enfermedades infecciosas se debe a la denominada inmunidad de grupo. Si un número relativamente alto de personas está inmunizado frente a una enfermedad infecciosa, hará de barrera protectora para las personas que no estén inmunizadas cuando ocurra un caso de dicha enfermedad. A medida que el número de personas inmunizadas desciende, también lo hace esa capacidad protectora del grupo y por tanto aumentan el número de casos de infección entre las personas no vacunadas.
Este fenómeno se puede ver claramente en la siguiente gráfica sobre los casos de sarampión a nivel mundial en relación al porcentaje de cobertura vacunal.
Por lo tanto, la decisión de no vacunar puede parecer en principio una decisión individual pero debemos saber que es también una decisión que afectará al grupo. Colectivamente, al decidir vacunarnos, estamos contribuyendo a crear esa barrera invisible de protección mundial.
Y la pérdida de la inmunidad del grupo ya se está notando, se nos está agujereando la barrera protectora. Veamos como ejemplo de nuevo lo que está sucediendo con el sarampión en los últimos años.
El caso del sarampión
El sarampión es una enfermedad humana muy contagiosa y grave causada por un virus y normalmente se suele transmitir a través del contacto directo y del aire. El virus infecta el tracto respiratorio y se extiende al resto del organismo.
El primer signo del sarampión suele ser la fiebre alta, que comienza unos 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial, el paciente puede presentar rinorrea, tos, ojos llorosos y rojos, y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas (manchas de Köplik). También va acompañado de la aparición de exantema, generalmente en el rostro y la parte superior del cuello, que se extiende en unos 3 días, acabando por afectar a las manos y pies. El exantema dura 5 a 6 días, y luego se desvanece. El intervalo entre la exposición al virus y la aparición del exantema oscila entre 7 y 18 días (media de 14 días).

Hoy en día, el sarampión sigue siendo una de las principales causas de fallecimiento en niños menores de cinco años a nivel mundial. La mayoría de las muertes se deben a complicaciones del sarampión como son la ceguera, la encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), la diarrea grave (que puede provocar deshidratación), las infecciones del oído y las infecciones respiratorias graves, como la neumonía. Los casos graves son especialmente frecuentes en niños pequeños malnutridos, y sobre todo en los que no reciben aportes suficientes de vitamina A o cuyo sistema inmunitario se encuentra debilitado por el VIH/SIDA u otras enfermedades. La infección también puede provocar complicaciones graves en las mujeres embarazadas e incluso ser causa de aborto o parto prematuro. Quienes se recuperan del sarampión se vuelven inmunes de por vida. También lo son quienes reciben la vacuna.
El pasado noviembre la Organización Mundial de la Salud lanzaba una alerta sanitaria por el resurgimiento del sarampión a nivel mundial. Esta agencia internacional exhortaba a todos los países a hacer un esfuerzo para contribuir a paliar la diseminación de esta grave y contagiosa enfermedad.
“La propagación de falsedades sobre la vacuna en Europa, el colapso del sistema de salud en Venezuela y la baja cobertura de inmunización en Africa se combinan para provocar un resurgimiento mundial del sarampión después de años de progreso. Las estrategias existentes deben cambiar y es necesario realizar un mayor esfuerzo para aumentar la cobertura de inmunización de rutina y fortalecer los sistemas de salud. De lo contrario seguiremos persiguiendo un brote tras otro”, ha aseverado el CEO de la Alianza de Vacunas Gavi, Seth Berkley.
A pesar de la increíble reducción del número de casos de sarampión a nivel mundial durante muchas décadas, en 2015 se contabilizaron 254.928 casos que produjeron 134.200 muertes (unos 367 muertes/ día). La mayoría de los casos ocurrieron en Africa, Europa e Israel.
En Europa, desde 2017 se han registrado tantos fallecidos, 69, como en los 17 años anteriores. De 2016 a 2017 aumentó de 3.700 a más de 11.000 casos en el continente, siendo Grecia (244,6 casos por millón de habitantes), Eslovaquia (96,6), Rumania (68,5), Francia (43,6) e Italia (42) los países más afectados.

En América, tras la declaración de eliminación endémica del sarampión en el año 2000 (tras más de 12 meses seguidos sin ningún caso reportado), volvió a resurgir con fuerza debido a casos importados de los países endémicos. Importantes brotes de sarampión se han registrado en Ecuador, Brasil, Canadá y los Estados Unidos.
Sólo en los Estados Unidos, en este mes de febrero (2019) se habían reportado más casos de sarampión (465 casos) que todos los registrados el año anterior. En estos momentos el mayor brote se concentra en el estado de Nueva York donde la situación ha obligado a declarar el estado de emergencia y a tomar medidas extraordinarias: la exclusión de los niños no vacunados de las escuelas así como la limitación del acceso de los menores de 18 años no vacunados a lugares públicos cerrados.
A la vista de los datos, es evidente que la erradicación de las enfermedades infecciosas pasa necesariamente por una elevada cobertura vacunal. Contribuyamos por tanto a seguir construyendo la barrera solidaria de la inmunidad global. Porque las vacunas funcionan y salvan vidas.
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Begoña Redruello
Fuentes:
-Organización Mundial de la Salud https://www.who.int/immunization/diseases/measles/en/
-Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)
https://www.cdc.gov/measles/about/index-sp.html
-Comité asesor de vacunas de la Asociación española de Pediatría
-Agencia de noticias Reuters
https://pictures.reuters.com/archive/SALUD-SARAMPION-OMS–C-ET1EF4F1HT2OV.html