Unas de las cosas que más tranquilidad, serenidad y bienestar me proporciona es sentir las olas en los pies, respirar el olor característico del mar, ver las olas golpeando la costa, mirar el Atlántico y abarcar toda su perfecta inmensidad.
Es igualmente perfecto cuando está en calma, en los días de resaca o cuando con furia rompen las olas contra las rocas. Me fascinó contemplar por primera vez una ciclogénesis explosiva, con olas de 10 metros, vientos huracanados, el mar embravecido. Sentí una mezcla de fascinación y miedo. He tenido suerte de vivir varios a ambas orillas del Atlántico. Las corrientes oceánicas que bañan las costas gallegas son las mismas que visitan las costas brasileñas. Para mí mirar el horizonte es saber que del otro lado está una importante parte mía.

Playa de Riazor, A Coruña. Fuente: Propia

Playa de Tabatinga, Brasil. Fuente: Mi hermano
Por eso cada bastoncillo, cada tampón, cada toallita húmeda, cada bolsa de plástico que veo en el mar me duele tanto. Cada trozo de plástico que tiramos por el desagüe del inodoro acaba en el mar, contribuyendo a contaminar los océanos. 200 kg de residuos alcanzan el mar por segundo, lo que supone 8.300 millones de toneladas de residuos al año. Ahora que se acerca el verano y llevemos a la playa envases de comida, refrescos, bolsas de patatas fritas, pipas, agua, etc., recoged los residuos (¡y también las colillas de cigarro!). Es responsabilidad nuestra limpiar la basura que generamos y depositarla en los contenedores correspondientes. Es un acto de civismo y respeto al próximo.
En el Pacífico Norte hay una extensión de basura marina denominada como el séptimo continente. ¿Os lo podéis creer? 1.6 millones de km2 de residuos plásticos flotando en el océano. Una isla masiva de plástico que podría ser un país flotante.
¡Actuemos! Ahora que aún disponemos de tiempo.
Hoy 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, para recordar el gran papel que los océanos juegan en nuestras vidas.
Podemos evitar que los plásticos acaben en las aguas oceánicas. 3 mil millones de personas dependen de la diversidad marina para subsistir; la pesca marina emplea directa o indirectamente a 200 millones de personas. Son muchas las especies marinas extintas, el 20% de los arrecifes de coral ya han sido destruidos sin perspectiva de recuperación. Los peces, tortugas o focas confunden los plásticos con alimentos o se enredan causando su muerte o imposibilitando su reproducción. A eso se añade la gran cantidad de especies que están amenazadas de extinción por sobrepesca, destrucción de los fondos marinos, contaminación, etc.
En los últimos años el niveles del mar fue en aumento, la contaminación y eutrofización están deteriorando las aguas costeras, el calentamiento global está modificando y deteriorando la flora y fauna marina y se ha registrado un enorme incremento de la acidificación.
En pocos años, si no cambiamos nuestra conciencia ambiental y nos volvemos actores del cambio (reciclando, reduciendo nuestra huella de carbono, cuidando nuestro entorno, informando a los demás…), veremos nuestras playas inundadas por residuos plásticos, nadaremos en medio a la basura, nos comeremos peces llenos de plástico. Nuestros nietos y hijos verán preciosas fotografías de playas azules y verdes y nos preguntaran por qué la descuidamos, por qué no se nos ocurrió proteger los océanos.
Os pido que seáis actores del cambio.
Que os preguntéis ¿Qué puedo hacer yo? Y empecéis a ser parte del cambio.