La cumbre decisiva para un compromiso real

En la COP21 celebrada en el año 2015 se firmó un acuerdo histórico para mitigar la crisis climática y frenar el aumento de generación de gases de efecto invernadero (GEI). El llamado Acuerdo de París estableció el año 2020 como primer meta. Todos los países firmantes se unieron con el objetivo común de frenar la subidas de la temperatura del planeta por debajo de los 2ºC y reducir el impacto de la emergencia climática lo antes posible.

Ahora mismo estamos celebrando en Madrid la COP25, una cumbre decisiva para que los países se comprometan realmente con el Acuerdo de París y empiecen a hablar de medidas más concretas y decisivas para evitar que sea demasiado tarde. Ahora es el tiempo de actuar. Entramos en un punto de no retorno y necesitamos que los gobernantes mundiales firmen un compromiso real de acción, con un nuevo pacto verde efectivo que consiga frenar las consecuencias devastadoras de la crisis climática actual.

Las consecuencias de la emergencia climática

Los océanos se calientan

Los océanos absorben el 30% del dióxido de carbono de la atmósfera, amortiguando los efectos del calentamiento global. La acidificación de los mares ha aumentado en un 26%.

La contaminación y la eutrofización están deteriorando las aguas costeras.  La pesca emplea directa o indirectamente a 200 millones de personas. 3 mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera para vivir. Los océanos son la fuente de proteínas más grande del mundo, nos proporciona además medicinas y biocombustibles. La explotación y la sobrepesca perjudican el sector pesquero y favorecen el empobrecimiento de los pescadores.

Los niveles de residuos en los océanos son críticos, suponiendo un impacto ambiental y económico significativo, afectando también a la biodiversidad marina. En el Pacífico Norte existe una extensión de basura conocida como el séptimo continente formado por basura. También se ha encontrado basura en el Atlántico Norte y Sur, Pacífico Sur y Océano Índico. Estos mino continentes flotantes de basura están formados de diversa tipología. Cito algunas:

  1. Botellas, tapas, recipientes para alimentos, tazas
  2. Collilas de cigarro
  3. Productos sanitarios (toallitas, tapones, etc)
  4. Bastoncillos
  5. Paquetes de patatas frita, caramelos
  6. Cubiertos de plástico, pajitas, vasos de plástico
  7. Bolsas de basura
  8. Globos de plástico
  9. Microplásticos

Diversas especies marítimas están extintas y otras con una amenaza inminente de desaparición por la basura marina. Algunas especies, como las tortugas, confunden el plástico con alimentos. Otros animales se enredan en ellos y acaban asfixiados. El 20% de los corales del planeta han desaparecido sin posibilidad de recuperación debido a la acidificación y un 26% puede venir a desaparecer a largo plazo por la devastadora acción del ser humano.

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La temperatura, el clima y sus consecuencias

Las consecuencias del cambio climático son inmensas y sólo podemos estimar algunas. La temperatura del planeta se ha visto incrementada en 0,85ºC desde la época pre-industrial, provocando ya alteraciones extraordinarias en el clima: más tsunamis, ciclones tropicales, inundaciones, alteraciones de los períodos de lluvias, sequías, etc. Todos estos fenómenos ya obligan a las personas a desplazarse de las áreas afectadas. Los desplazados climáticos ascendieron a 17,2 millones en 2017 y en Somalia 5,4 millones de personas sufren las consecuencias del hambre debido a la sequía. Estas cifras obviamente irán en un terrible aumento los próximos años.

Este calentamiento global ya ha provocado escasez de alimentos y agua en varios lugares del mundo, donde las personas tienen que recorrer hasta 6 km para conseguir agua potable por haber perdido acceso a fuentes históricas de agua potable. Este fenómeno también ha propagado plagas y enfermedades como: sarampión, malaria, neumonía y enfermedades diarreicas, asociadas a la falta de higiene y agua potable.

El 52% de la tierra de cultivo se ve moderada o rigurosamente afectada por la degradación del suelo. 600 millones de personas dependen de la agricultura. Cada año se pierden 12 millones de hectáreas (23 hectáreas por minuto) por la sequía y la desertificación que avanza en gran parte del planeta. El 74% de los pobres son afectados directamente por la degradación de la tierra en el mundo. El 80% de nuestra dieta está compuesta por plantas y los cultivos de arroz, maíz y trigo proporcionan el 60% de la ingesta energética de la humanidad. Un quinto de las emisiones de CO2 mundiales se deben a la tala indiscriminada de árboles. La pérdida de los árboles empobrece el suelo y le deja desprotegido ante la erosión y evaporación de agua. Entre 2010 y 2015, 3,3 millones de área forestal se perdió en el mundo. Casi el 75% de los pobres en el mundo y 1.600 millones de personas dependen de los bosques para subsistir. Todo esto también afecta a la producción de algunos alimentos como el café y el chocolate, perjudicando a los pequeños agricultores, ya que pueden llegar a desaparecer por las condiciones climáticas adversas o convertirse en un producto de extremo lujo al alcance de una minoría y cultivado por multinacionales.

Los bosques son reguladores del clima. La tala indiscriminada de árboles para la producción de soja, palma (para obtener aceite de palma) y para la crianza de ganado (principalmente vacuno) afecta la biodiversidad y potencia los problemas del calentamiento global. Este verano hemos visto cómo ardían varias regiones del planeta como el Amazonas, Siberia, África, Indonesia, Tailandia, Canarias, EEUU, Australia, Portugal… degradando los suelos y destruyendo la fauna y flora.

La contaminación del aire y los Gases de Efecto Invernadero (GEI)

Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) producidas por la acción de la actividad humana son los principales desencadenantes del cambio climático. Nuestras actividades diarias, nuestros hábitos de consumo y desplazamientos aumentan las emisiones de GEI. Además, la actividad industrial, energética, de transporte o de agricultura también emite otro tipo de sustancias nocivas, que aunque no tienen efecto en el efecto invernadero, nos dañan severamente. Compuestos como el monóxido de carbono (CO), los óxidos de nitrógeno (NOx), las partículas es suspensión (PM), óxidos de azufre (SO2), hidrocarburos de todo tipo, ozono (O3), etc., se emiten a la atmósfera de forma indiscriminada deteriorando gravemente la calidad del aire que respiramos. La mala calidad del aire en el mundo provoca diversas enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. En 2016, el 91% de la población vivía en lugares que no cumplían las directrices mínimas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de calidad del aire.

La contaminación del aire es un problema común en muchísimas ciudades, muchas de ellas con un acentuado crecimiento demográfico. Nuestra salud se ve afectada por las especies contaminantes que respiramos o que traspasan nuestros poros, desencadenando neumopatías crónicas y agudas, alergias, accidentes cerebrovasculares y cáncer de pulmón, entre muchas otras enfermedades.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS):

  • En 2016, el 91% de la población vivía en lugares que no respetaban las Directrices de la OMS de calidad del aire.
  • El 91% de los 4.2 millones de muertes prematuras se produjeron por esta causa en países de nivel económico bajo y mediano, en Regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental.
  • En el 2016, el 58% de muertes prematuras por cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares fueron relacionadas con la contaminación del aire.
  • El 18% por enfermedades pulmonar obstructiva y crónica e infecciones respiratorias agudas.
  • El 6% por cáncer pulmonar.
  • 3000 millones de personas sufren contaminación del aire interior, padeciendo riesgo sanitario grave por cocinar y calentar sus hogares con biomasa y carbón.
  • En Europa, en 2011, 430.000 muertes fueron por exposición a partículas finas.
  • La cifra en España es de 25.000 muertes prematuras por exposición prolongada por partículas finas y otras 1.800 por ozono.

En Delhi, por ejemplo, la contaminación atmosférica es tan terrible que sólo respirar es equivalente a fumarse dos carretillas de tabaco al día. En muchas ciudades europeas se está limitando el acceso de vehículos con motor de combustión en las ciudades y muchos países están acelerando la eliminación de sistemas de calefacción anticuados y contaminantes.

En 2012 4,3 millones de personas murieron por contaminación del aire por el uso de combustibles como el carbón vegetal, la hulla, la leña y el petróleo en espacios cerrados. Sin un sistema de energía sostenible e igualitario los países menos desarrollados no conseguirán tener una economía equilibrada y competitiva perjudicando su sistema educativo, sanitario, empresarial.

Tiempo de actuar

Este año hemos presenciado el funeral del glaciar Orjökull en Islandia. Tuvimos uno de los veranos más calurosos en el hemisferio norte, igualado al de 2016. Presenciamos incendios forestales de grandes dimensiones y pérdidas de flora y fauna con consecuencias devastadoras en varios países. En la selva amazónica fueron identificados 30.901 incendios forestales en Brasil, sin contar los de Bolivia y Paraguay; las autoridades brasileñas hablaron de incendios programados para esta época del año por los agricultores y ganaderos. Las dimensiones de los incendios llevan a pensar en intereses políticos y económicos por la entrada del Mercosur a la UE y por la total falta de compromiso y la desaprobación del gobierno a la protección del medioambiente y la negación al cambio climático.

Vimos cómo el fenómeno de “agua alta” inundaba y alcanzaba los 187 cm en Venecia en una de las peores inundaciones desde 1966. Presenciamos la muerte masiva de peces y otras especies en el Mar Menor, posiblemente por la gota fría y los efectos de la dana de septiembre, que dejaba varias regiones de España ha inundadas alcanzando records históricos de precipitaciones.

Pese al Acuerdo de París y la Emergencia Climática anunciada por la UE, el año 2019 va a ser el año con el record histórico de emisiones de CO2 en el planeta, alejando cada vez más la meta de limitar el crecimiento de la temperatura del planeta a 1,5 grados.

Ahora es el momento de actuar, de que los gobernantes de todo el mundo no miren para otro lado y que la COP25 sea el punto decisivo para frenar la emergencia climática, es hora que la ciudadanía empiece a aportar su granito de arena. Los ciudadanos debemos ser los primeros en actuar y resolver esta catástrofe. Por ejemplo, si tengo conciencia que cierta compañía es la mayor productora de plástico de un solo uso del mundo, en vez de criticar cuando están limpiando los océanos y utilizando los residuos para dar una segunda vida al material recolectado, chillando que es un lavado verde de imagen, que es culpable de que sus botellas no se reciclan correctamente, deberíamos pensar dos veces a la hora de consumir sus productos, de hacernos autocrítica y reciclar nosotros las botellas de plástico, llevándolas al contenedor indicado, yendo a la playa, a la montaña, al parque y recogiendo la basura que llevamos o simplemente dejando de comprar, sin aceptar el lavado verde de imagen que nos quieren vender.

Actuemos, pero sin ecopostureo, con menos crítica y más autocrítica. Autocrítica acerca de los productos que consumimos, el tipo de vida que llevamos y lo que aportamos para paliar el cambio climático cada día. Ir a la cumbre y hacerse una foto con el logo no salvará el planeta del cambio climático. Nuestras buenas acciones sí.

isabelsilva Isabel Silva

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