El año 2020 ya está marcado en los libros de historia. La pandemia mundial ha sido sin duda el acontecimiento más importante del año; un drama de proporciones épicas que ha puesto a la humanidad contra las cuerdas. Miramos al año nuevo, como siempre, deseando que sea mejor que el anterior. Pero este año es especial. La pandemia ha acelerado muchos cambios que ya se estaban sucediendo, por lo que el año 2021 nos invita a mirar más allá. Miramos al año 2030.
El coronavirus como impulsor del desarrollo sostenible
Y es que la gran amenaza sanitaria mundial nos ha puesto de nuevo alerta como especie, avisándonos que hay grandes problemas latentes que tenemos que resolver unidos. Si bien la pandemia es una amenaza seria e inmediata, lo que viene en las próximas décadas puede ser mucho mayor. Hablamos de una crisis de sostenibilidad, que amenaza todos nuestros cimientos como sociedad, nuestros modelos económicos y productivos, nuestros estilos de vida. Por ello hay dos palabras que suenan con fuerza: desarrollo sostenible.
Cuando se habla de desarrollo sostenible hay que pensar en un enfoque amplio, considerando las conexiones entre aspectos como el medio ambiente, cuestiones laborales o la lucha contra la corrupción, temas sobre los que se agrupan los 10 principios del Pacto Mundial. El Pacto Mundial es una iniciativa global, puesta en marcha en el año 2000 por las Naciones Unidas, que focaliza sus objetivos sobre las estrategias y actividades de negocio de empresas, Organismos Públicos y otras organizaciones.
Tras la Cumbre de Desarrollo Sostenible de 2015, se le otorgó la responsabilidad al Pacto Mundial de sensibilizar y ayudar a las empresas a contribuir a la nueva Agenda 2030, señalando de esta forma a las empresas como agentes clave de desarrollo (al mismo nivel que los estados y la sociedad civil). La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible fue aprobada el 25 de Septiembre del 2015, bajo el amparo de Naciones Unidas, como una de las iniciativas más importantes dentro de sus líneas de actuación, y representando un nuevo y ambicioso plan para responder a las tendencias y a los retos mundiales que se nos presentan.
El plan establece el año 2030 para cumplir todos los Objetivos acordados. La pandemia de la Covid-19 puede ser una oportunidad para conseguir llegar a tiempo. Así, por ejemplo, los fondos de Recuperación que ha acordado poner en marcha la Unión Europea están asociados al desarrollo sostenible en su visión más amplia. Se ha acordado afrontar la recuperación mundial basada en un nuevo modelo de crecimiento: más verde, más digital y más justo. El primer gran objetivo de la Unión Europea es, precisamente, el año 2030.

El plan de la Agenda 2030
Dicha agenda constituye un plan de acción mediante una alianza colaborativa entre las instituciones, los estados y los interlocutores sociales, para conseguir múltiples retos mundiales, como la erradicación de la pobreza en su sentido más profundo, como requisito indispensable para conseguir un verdadero desarrollo, donde la sostenibilidad y la resiliencia suponen dos pilares fundamentales en esta reconstrucción del mundo. El plan de acción tiene el objetivo general de fortalecer la paz universal.
El núcleo de la Agenda 2030 son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las 169 metas vinculadas. La elaboración de los mismos se fundamentó en un sistema de consultas públicas, de interrelación con la sociedad civil y en un proceso de negociaciones entre los países.
Aunque la Agenda 2030 implica un compromiso común y universal, se acepta y se defiende la soberanía plena de los Estados sobre su riqueza, recursos y actividad económica. Reconociendo, de tal forma, la existencia en cada país de diferentes enfoques, visiones y herramientas, los cuales varían en función de sus prioridades y circunstancias. Diferencias que se cobijan bajo la idea de que el planeta tierra y sus ecosistemas son un hogar común. Los ODS reconocen y defienden la necesidad de desarrollar unas estrategias que favorezcan el crecimiento económico y que aborden una serie de necesidades sociales, entre las que cabe señalar la educación, la salud, la protección social y las oportunidades de empleo, a la vez que se mantiene la lucha contra el cambio climático y se promueve la protección del medio ambiente.
La interrelación entre todos los ODS determina en gran medida la transversalidad de la Agenda 2030. La visión integradora, multidimensional y universal de los ODS debe analizar las peculiaridades del sistema para que produzca un auténtico desarrollo, no crecimiento. Diferenciando el crecimiento económico como un aumento en el ingreso nacional real/producción nacional; mientras que el desarrollo económico se centra en la mejora de la calidad y el nivel de vida.

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Cada vez el éxito empresarial está más unido al impulso del desarrollo sostenible. El sector privado va siendo consciente del papel fundamental que debe jugar en la consecución de la Agenda 2030 a través de los ODS. Para avanzar se debe evolucionar en el entendimiento de que es tan importante el éxito empresarial como el compromiso con el desarrollo sostenible. Una medida para ello es incorporar los ODS a las estrategias de Responsabilidad Social Corporativa, propiciando la noción de que un propósito sea visto como una forma de mejorar la visibilidad y diferenciarse de la competencia.
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